“La Historia tiende a presentar los avances sociales conseguidos por las mujeres como la consecuencia de un progreso que marcha por sí solo, como el resultado de un proceso en el que, en todo caso, las mujeres no han influido”.

Sonsoles Cabo Mesoneros y Laura Maldonado Román.

domingo, 9 de octubre de 2011

ENTRADA 8: La Pasionaria


Dolores Ibarruri, la Pasionaria

    Dolores Ibarruri nace en 1895 en Gallarta, Vizcaya, en el seno de una familia pobre y numerosa. El contexto que la rodea es la pérdida total de las colonias españolas.

    La industria nacional española que estaba muy poco desarrollada, empieza a tratar de surgir. Para eso, proliferan las industrias textiles, siderúrgicas y mineras. Los dos centros más importantes de estas actividades son Cataluña y Vizcaya.
Mientras tanto, Isidora Ibárruri Gómez (verdadero nombre de la Pasionaria) había crecido y sus padres la habían empleado en una casa para hacer trabajos dométicos, a pesar de haber deseado seguir la carrera de maestra, sueño que los padres sintieron demasiado ambicioso para ella.    En Gallarta surge un importante centro minero, y de la mano van tomando fuerza también los movimientos obreros que defendían los derechos de los trabajadores y que se sustentaban con el comunismo.
    Vestida de negro siempre, Dolores aprendió costura y fue una verdadera adicta a la lectura, por lo que adquirió una importante preparación, gracias a la cual pudo llegar muy alto.
    Debido a sus experiencias y a lo que estaba ocurriendo en su país, Dolores prontó se adscribió al Partido Comunista. A sus 25 años, se casa con el líder comunista Julián Ruiz. Su matrimonio no fue muy feliz, debido a que él pasaba la mayor parte del tiempo en diligencias o en la cárcel.
    A pesar de esto, Dolores tuvo varios hijos. La primera murió muy pequeña. Después tuvo a Rubén y luego trillizas de las que sobrevive sólo una a la cual llamó Amaya, y la última llamada Eva, muere también a temprana edad.
    En 1918, publicó su primer artículo en el Minero Vizcaíno y lo firmó con el seudónimo de La Pasionaria, de ahí que se le conozca por este nombre. Y así se inició su gran acción social. Moviliza a los trabajadores, participa en manifestaciones y en 1930 es elegida miembro del Comité Central del Partido.
    El comité la envía como delegada al III Congreso del Partido Comunista Español. Por esta época se separa de Julián y se va a Madrid donde será escritora en el diario Mundo Obrero. En 1932, la nombran durante el IV Congreso responsable de la Comisión Femenina del Partido.
    Debido a sus fuertes y punzantes discursos, y a su activa militancia en las manifestaciones comunistas es encarcelada varias veces y perseguida por las autoridades. Poco tiempo después se destaca en las Cortes Constituyentes de la República Española, como diputado del Partido Comunista por Asturias.
    En ese momento, viaja por primera vez a Moscú donde se entrevista con José Stalin. En 1934, preside el I Congreso del Comité de Mujeres, y luego participa en el Congreso Mundial de Mujeres en París. Debido a su gran participación política, no tiene tiempo suficiente para sus hijos, por lo que los envía a estudiar a Rusia.
    Durante la Guerra Civil Española, su actividad fue fundamental, pues hablaba al pueblo, escribía, publicaba discursos y se desplazaba al frente. Fue aquí en este momento, dodne se hizo célebre su frase "Antes morir de pie que vivir de rodillas".
    En 1937, es elegida vicepresidenta de las Cortes, donde lucha por defender a los católicos y el orden institucional. Además, colabora con el traslado de un sinnúmero de españoles a la Unión Soviética, e incluso ella misma se traslada al bloque comunista, donde es exiliada debido a la existencia del fascismo en España.
    En la Guerra de Stalingrado muere su hijo, golpe del cual le cuesta mucho recuperarse. Después, en el año de 1942 fue elegida Secretaria General del Partido, aprende ruso y logra entrevistarse con varias autoridades comunistas del mundo, entre ellos Stalin, quien la recibió por segunda vez.
    Durante años, Dolores había mantenido un amorío con Francisco Antón, quien peetenecía al partido y era dicisiete años menor que ella. Cuando esto se hizo público el Partido se opuso, y ella se doblegó pues prefería sacrififcar su vida sentimental a sus ideales políticos.
    Después es enviada a Chekoslovaquia para que transmita en la Radio España Independiente. Durante el VI Congreso renuncia a la Secretaría, sin embargo es elegida Presidente del partido. A los pocos años, es galardona con el premio Lenin para la Paz y recibe un doctorado Honoris Causa en historia de la Universidad de Moscú.
    Por esa época, viaja a Cuba, a China, Italia, Suiza y Yugoslavia. Al año siguiente de la muerte del general Franco, Dolores decide regresar a España. En ese momento tiene 80 años, de los cuales 38 los ha vivido en el exilio, lejos de la tierra que la vio nacer.
    Corre el año de 1977, Dolores vuelve a Asturias donde es reelegida diputada. Seis años depués, se estrena en Madrid la película Dolores que retrata parte de su vida. Al final de su vida, participa en la manifestación que hacen las madres de la Plaza de Mayo en Argentina. La Pasionaria nunca abandonó su actividad y murió en 1989, año en que cayó irónicamente el Muro de Berlín, a la edad de noventa y cuatro años y en su ciudad natal.
    Esta gran mujer es recordada por poetas del nivel de Rafael Alberti, Antonio Machado y Miguel Hernández. Además, sus múltiples publicaciones como Me faltaba España de 1984, Pasionaria, la lucha y la vida de 1985, y Memorias de Dolores Ibárruri entre 1936 y 1977 dejan un buen rastro de lo que fue su lucha por los ideales socialistas de igualdad y de derechos para los oprimidos.



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DOLORES IBARRURI, «PASIONARIA»: La «Carmen» de Stalin

El Mundo, 8 de marzo de 1998


Su singularidad iconográfica oculta una nulidad intelectual casi absoluta. Fue la adaptación celtibérica del estalinismo. Estuvo a punto de meterse a monja. En el 68 suscribió una tibia crítica a la invasión de Checoslovaquia. Apoyó con entusiasmo las masacres de los demócratas alemanes, húngaros o checos.

DOLORES IBARRURI, «PASIONARIA»: La «Carmen» de StalinDolores Ibárruri es la española más fotografiada de nuestra Historia, su nombre es más conocido que el de cualquier mujer realmente importante en la cultura o la política del siglo XX, ha tenido la veneración de una parte de nuestro pueblo y concitado el odio de otra parte mucho mayor. Pero casi nada de lo que se le atribuye, bueno o malo, es propiamente suyo. Su singularidad iconográfica oculta una nulidad intelectual casi absoluta: no hay un libro, un artículo, una sola frase que, de ser buenos, sean suyos, y que, de ser suyos, sean buenos.

Como gran sacerdotisa de la iglesia marxista-leninista, fue vulgar hasta en la sumisión con que siguió las directrices del más genocida de los movimientos políticos contemporáneos: el comunismo de la época de Stalin, en el que interpreta un papel de poco guión y mucha cámara.

La Pasionaria, como se le conoció siempre, es la carátula hispánica del dogma estalinista; una imagen clásica y sombría, elegante y arrogante, derrotada y noble, convencional en el fondo, de lo español para extranjeros.

Si la Carmen de Merinée fue una popularísima españolada para la pequeña burgesía occidental, Pasionaria fue una representación del antifascismo mediterráneo para la izquierda de todo el mundo. Dolores Ibárruri es la Carmen de Stalin, una rebelde de lo más obediente.

Nació en Gallarta (Mizcaya) en 1895, de familia minera y carlista. Comenzó su andadura política por vía matrimonial, al casarse con un minero socialista llamado Julián Ruiz, con el que adquirió ciertos rudimentos de marxismo.

No pasó hambre de niña, como se ha dicho, y su formación escolar hasta los 15 años fue buena para la época. El ambiente familiar, las lecturas piadosas y su fortísimo carácter favorecieron una devoción religiosa que la levó a las puertas del convento. Pero, leyendas aparte, no pasó de ahí.

Ayudó a su marido en la Huelga Revolucionaria de 1917, lo acompañó en la escisión procumunista del PSOE en 1919 y entró en el PCE y en el Comité Provincial de Vizcaya en 1920.

Tras unos cuantos años de penalidades y aventuras en los que tuvo cinco hijos: Ester, Rubén, Amagoya, Azucena y Amaya (éstas trillizas, de las que murió Amagoya al poco de nacer y Azucena a los dos años), fue afirmando su vocación política y encauzándola a través del periodismo de partido. El Minero Vizcaíno y La Lucha de Clases fueron los escaparates del pseudónimo Pasionaria, que eligió ella misma porque su primer artículo salió durante la Semana de Pasión de 1918.

Su carrera fue lenta, condicionada por el carácter minúsculo y sectario del comunismo español. Después del empujón inicial del marido, su padrino político fue José Bullejos. Por él entró en el Comité Central en 1929, pero en 1932, la troika Bullejos-Adame-Trilla cayó por pretender cierta autonomía con respecto a Moscú.

Dolores Ibárruri, tras un amago de respaldo, traicionó a Bullejos y lo injurió ritualmente. Nunca más se rebeló en serio contra la URSS. Así sobrevivió en la dirección del PCE hasta su muerte en 1989, pocos meses antes de la caída del Muro.

Pasionaria fue publicista eficaz y mitinera notable dentro del género tremendista, pero la II República tenía oradores formidables y en las Cortes a las que llegó en febrero del 36 el nivel parlamentario de los comunistas era bajísimo.

Aunque no había muchas mujeres dedicadas a la política, La Pasionaria era superada en prestigio y popularidad dentro de la izquierda por Victoria Kent, Margarita Nelken o Federica Montseny.

Al fracasar parcialmente el Alzamiento del 18 de julio y convertirse en Guerra Civil, el PCE va tomando importancia en función de la presencia soviética, previo pago del oro del Banco de España. Pero son Negrín y Alvarez del Vayo los hombres de Moscú en el Gobierno.

Los ministros Hernández y Uribe, José Díaz, secretario general del PCE, y la muy fotografiada Dolores simplemente obedecen al hombre de Stalin, Palmiro Togliatti, escoltado siempre por el búlgaro Stepanov y el húngaro Erno Gerö.

La gran historia de amor y rencor de La Pasionaria comenzó entonces, en plena Guerra Civil, cuando en 1937 se enamoró de Francisco Antón, guapo mozo pero de nulo nivel intelectual y político al que Dolores Ibárruri convirtió en super-comisario político, por el que se enfrentó con Indalecio Prieto para que no fuera a pelear al frente y al que promocionó hasta la cúpula del Partido Comunista de España (PCE).

Terminada la guerra, fue atrapado en Francia por los nazis, pero La Pasionaria consiguió que Stalin se lo reclamara a Hitler y volviera a sus brazos en Moscú. Mantuvieron relaciones durante una década. Pero cuando Dolores pasaba de 50 él no tenía 40, y además ella tuvo problemas de salud y se separaron.

Por aquel entonces, Francisco Antón se había enamorado en Francia de una chica muy joven y muy guapa, tuvieron familia -una hija nació subnormal- y pareció que, simplemente, su historia había terminado. ¡Sí, sí, terminar! Cuando fracasaron las guerrillas del todo,Pasionaria siguió siempre con su táctica habitual de culpar a alguien de haber hecho mal lo que ella había pensado bien.

Todas las purgas del PCE, encabezadas finalmente por Pasionaria, son iguales. Alguien es un obstáculo, por listo o por tonto. La dirección, con Dolores al frente, carga contra él. Si los rusos no lo respaldan, lo aplastan. Si ella se da cuenta de que la URSS puede no estar de acuerdo, pacta en secreto con los rebeldes y carga contra sus compañeros de la víspera. Así una y otra vez.

El golpe más asombroso lo dio en 1956, cuando Uribe, su mano derecha, se dispone a terminar con la disidencia calculada de Carrillo y Claudín. Santiago Carrillo acaba siendo la mano derecha de Dolores y Uribe es condenado por el «culto a la personalidad» de Dolores y rematado por el objeto de culto. Aplauso unánime.

Pero la venganza contra Antón fue algo especial. Primero lo hizo culpable, junto a Santiago Carrillo , del fracaso del Partido en el interior. Carrillo defendió a Antón pero, viendo que nada detendría a Dolores, traicionó a su compañero de París y pasó a acusarlo de las peores fechorías. Llamado a Moscú, Antón acepta su derrota y suscribe una humillante autocrítica. Dolores no está satisfecha. Quiere que se le acuse de más delitos. Antón se arrastra y se acusa de todo. No es suficiente.

En Checoslovaquia tiene que trabajar hasta 20 horas diarias, con su joven esposa que no puede atender a la hijita subnormal, pero la antigua amante es implacable.

Cuando Antón ha reconocido hasta el número de sus víctimas en el partido durante años, es cuando Dolores revela para sorpresa de todos algo que sólo podía conocer por su intimidad con él: que su padre pertenecía a un organismo policial. Vuelta a confesar y arrastrarse. Y para rematarlo del todo -pues eso acarreaba la liquidación física-, Dolores lo acusa finalmente de ser un agente extranjero.

Todo esto se hace en la cúpula del PCE, sin que se entere la base. Nadie puede preguntar por qué, si Pasionaria sabía que era un hijo de policía y un agente capitalista, se calló durante tantos años, mientras dormía con él. Pero Líster, Uribe, Carrillo y demás estaban dispuestos a liquidar a Antón. Lo salvó la muerte de Stalin.

Vázquez Montalbán ve en esta historia el feminismo de Dolores. De su marido, exiliado, sólo se acordó en 1977, para un reportaje. ¡Tuvo suerte!

De la guerra se recuerdan sus fotos. No cuando trabajó para derribar a Largo Caballero y luego a Prieto, cuando pidió públicamente, y obtuvo, la ilegalización del POUM, con el encarcelamiento de su dirección, la tortura y asesinato de Nin y la calumnia póstuma.

Preconizó la resistencia a ultranza contra Franco, como quería Stalin, aunque ella huyó por avión con la dirección del Partido sin haber facilitado un éxodo menos horrible ni preparado una mínima estructura de resitencia.

Inmediatamente después, ensalzó el pacto nazi-soviético y glosó el reparto y represión de Polonia entre Stalin y Hitler. Algunos se lo recordaron cuando murió su hijo Rubén en Stalingrado. Pero ella siguió apoyando con entusiasmo las masacres de los demócratas alemanes, checos o húngaros por la policía y el ejército soviéticos.

En el 68 suscribió la tibia crítica carrillista a la invasión de Checoslovaquia, aunque el PCE nunca rompió con la URRS. Exiliada de lujo en Moscú, nada hizo imprevisible o que pusiera en riesgo sus prebendas.

Volvió convertida en mito a España en 1977 y presidió la Mesa de Edad de las primeras Cortes democráticas. ¡Suprema ironía! Sus alabanzas a Stalin y a la represión comunista en medio mundo darían para un libro tan grueso como repetitivo. Su carrera y su vida son bastante banales, salvo para los mitómanos impenitentes, pero resultó fotogénica hasta el final.

Escrito por:
Federico Jiménez Losantos

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Federico Jiménez Losantos nació en Orihuela del Tremedal (Teruel) en 1951. Hijo y nieto de maestros estudió bachillerato en Teruel -donde tuvo de profesor al cantautor y político José Antonio Labordeta y al dramaturgo José Sanchis Sinesterra- y los dos primeros años de Filosofía y Letras en Zaragoza.
En 1971 se trasladó a Barcelona para continuar sus estudios universitarios y licenciarse en Filología Hispánica con una tesis sobre Ramón del Valle-Inclán. Fue uno de los fundadores de la Biblioteca Freudiana de Barcelona, director de Revista de Literatura y, en enero de 1978, fundador y director de la revista de literatura y pensamiento Diwan junto con Alberto Cardín que fue considerada por el diario El País como «la revista cultural más importante, abierta y viva del momento».Introdujo en España la obra del filósofo Frangois Lyotard con su edición crítica de Discurso, figura (1979).
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Extraido de:


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Dolores Ibárruri

Apasionada

por Federico Lisica / Fotos: Bettmann / EFE / Christine Spengler / Diego Goldberg
La Pasionaria tuvo una vida larga, célebre y trabajosa. Encarnó en sí misma los vaivenes políticos de la España del siglo XX. Una militante brava e icónica, oradora filosa que durante la guerra civil regaló frases y acciones para la posteridad. Así la retrataron Ernest Hemingway, Antonio Machado y Miguel Hernández. Madre abatida, amante tenaz, cuadro político inmutable y polémico. Una mujer inflamada que le abrió el camino a millones más. Cosas del destino: murió el mismo mes y año de la caída del Muro de Berlín.
Dolores Ibárruri - Apasionada


Habría que preguntarle al cineasta británico Ken Loach cuánto de La Pasionaria tiene Blanca, uno de los personajes 
principales de Land and Freedom (1995). El director mezcla en sus filmes una implacable convicción política –en primer lugar siempre están los ideales igualitarios–, con historias e imágenes que llaman a tomar partido. Y su doliente retrato de la guerra civil española no es la excepción. Es la regla. Blanca, una mujer de boina y pañuelo al cuello, pelea codo a codo con sus compañeros contra los franquistas. Blanca no muestra un ápice de masculinidad. Es apasionada al enamorarse, inteligente en su discurso, terminante en sus convicciones, resistente al batallar y, principalmente, femenina en todo su ser. Blanca era anarquista y tiene un triste final en Barcelona. Dolores Ibárruri fue real, una militante de cuerpo entero que desde Madrid clamaba “¡No pasarán!”, y vivió para contarlo.
Su nombre no era Dolores ni tampoco Pasionaria. El artillero Antonio Ibárruri y la castellana Dolores Gómez inscribieron a la nacida el 9 de diciembre de 1895 con el nombre de Isidora. Fue la octava de once hijos que tuvo la pareja asentada en la región minera de Vizcaya –al norte de la península ibérica y en el corazón del país vasco–. Para su progenitora lo que decía el Registro Civil de Gallarta era un papel sin mucha importancia por lo que decidió llamarla con su nombre. Su padre, en tanto, le inculcaría el amor por la política. Antonio era un carlista –movimiento antiliberal y antirrevolucionario que podía coquetear con el socialismo y el conservadurismo–, minero desde los 18 años, igual que su padre muerto al caerle encima un bloque de piedra, religioso hasta la médula, al que le gustaba acudir a los mítines con su pequeña..

Donde vivían, según Dolores, era “un viejo caserón sin luz, pringoso de humedad que estaba encima de la perrera, la cárcel donde permanecían los detenidos hasta que se ordenaba su traslado a la capital”. Su precaria salud la ayudó en un sentido: no tuvo que trabajar en la mina. La niña, entonces, se quedaba en casa leyendo “hasta los periódicos viejos” que luego le comentaba a su padre. Dolores no era una autodidacta, el otro lugar que la formó fue la escuela primaria. De hecho quiso dedicarse a la enseñanza: llegó a hacer el curso preparatorio. Antonia Izar de la Fuente, una de las maestras que más la animó en esa dirección, moriría bajo las bombas en Gernika, la ciudad y el momento que inmortalizó Pablo Picasso.

Eran tiempos de penuria económica en España, y en especial para los de su clase, por lo que Dolores abandonó los estudios a los 15 años. “¿Quién podría costearme los viajes, los libros, la comida, la matrícula? Me preparaba para servir como criada o casarme y convertirme en la mujer de un minero, la larga historia de mi familia”, diría. Se dedicó a la costura, ocasionalmente viajaba de Gallarta a Bilbao para vender sardinas, y también fue doméstica del comerciante más rico de la ciudad.

El primer amor de Dolores quedó entrecortado como su anhelo por ser maestra. Al parecer Miguel Echevarría, un joven obrero de un pueblo cercano, era tan tímido que casi no le hablaba. Finalmente se casó a los 20 años con Julián Ruiz Gaviña, un socialista con quien se mudó a Somorrostro.

Casada con la política.

Rápidamente Julián fue ganándose un lugar entre los mineros gracias a sus condiciones de líder. En casa, el esposo educaba a Dolores con un marxismo rudimentario. Pero ella no renegaría del mandato familiar, devota de la Pasión de Jesús, tomó el seudónimo de La Pasionaria y en la Semana Santa de 1918 (“para ponerme a tono con las fechas”) publicó sus primeros artículos en dos periódicos de combate: El Minero Vizcaíno y La Lucha De Clases. Para esta mujer el marxismo, más que una teoría abigarrada, servía como línea de largada para la acción.

La situación financiera de la familia no era muy buena, y se iba deteriorando con cada encarcelamiento de Julián –una constante durante los más de 15 años que duró su relación–. La verba de Dolores ya se había hecho oír en la huelga de Asturias de 1917. Al poco tiempo se vestirá totalmente de negro –su atuendo oficial–, se dejará impresionar con el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, y participará de la fundación del Partido Comunista de España mientras criaba a sus primeros hijos.

No fue una rareza que sólo dos de ellos llegaran a cruzar la adolescencia. Ester murió a los tres años; luego vino Rubén; de las trillizas Amagoya, Azucena y Amaya sólo sobrevivió esta última; y Eva murió al poco de nacer en 1928. A medida que escalaba posiciones dentro del partido, su relación con Julián –quien falleció en 1977– iría estancándose. Ante esto se puso una condición: “En septiembre de 1931, el partido ha decidido trasladarme a Madrid. Voy a cumplir 36 años. No habrá más hijos en mi vida. Mi matrimonio ha terminado. Mis bodas, ahora, son ya plenas con el partido, con la lucha. Es el único camino, mi único camino”.

Instalada en la capital española fue encarcelada por primera vez en 1931 producto de los textos que escribió en el periódico Mundo Obrero. La liberaron después de una huelga de hambre. A los pocos meses volvería tras las rejas. Dolores percibió que esa vida de militancia y dureza no era para sus dos hijos, por lo que decidió enviarlos con “madre Rusia” –costumbre cuasi ley que empleaban los dirigentes comunistas–. Pasados algunos años la hija se casaría con un oficial soviético. Rubén, el único varón, y quien había padecido la vida clandestina junto a sus padres, volvió a los 18 años a España para batallar en los últimos días de la guerra civil. Mientras, Dolores seguía su camino, formando filas femeninas antifascistas o entrevistándose con jerarcas socialistas –los encuentros con José Stalin motivaron en retrospectiva las críticas más furibundas hacia su persona–.

En las elecciones de 1936 consiguió un escaño por Asturias, los ánimos se recalentaban en la Segunda República, y aunque Franco todavía no era apodado “el Generalísimo” ya se sentía su influjo. El 16 de junio de ese año Dolores denunció en el parlamento la confabulación militar para acabar con la democracia. En esos días febriles se encerró en un pozo junto a unos mineros en huelga y se plantó en la calle de un desahuciado suburbio madrileño para defender a los vecinos de un desalojo. La Pasionaria se había vuelto una figura nacional.

Cuando se desencadenó la guerra civil, los discursos de Ibárruri, su llamado a la no rendición republicana, se oían por toda España. “¡Los fascistas no pasarán!” expresó bien fuerte el 19 de julio de 1936. La profecía falló pero se transformó en consigna de urgencia. “Más vale morir de pie que vivir de rodillas” fue otro de sus lemas. Durante el juicio a unos militantes de izquierda acusados de espionaje mostró su faceta más intransigente con una frase similar: “Más vale matar a cien inocentes que dejar escapar a un solo culpable”. Según el escritor Manuel Vázquez Montalbán, “Dolores representaba no sólo ese odioso ruido de los proletarios capaces de juzgar la realidad y la historia, sino, además, la no menos odiosa transgresión de la mujer opuesta al prototipo reaccionario femenino y que Franco idealizó en la figura de su propia esposa, aquella sufridora doña Pilar, una buena mujer sin duda, que supo asumir con resignación cristiana las veleidades masónicas y faldilleras de su marido”. La Pasionaria, qué duda cabe, era otro tipo de mujer.

Por su papel político y la postal de militante incansable, a voz pelada y puño levantado, se convirtió en una referencia de poetas como Nicolás Guillén, Antonio Machado, Miguel Hernández y Rafael Alberti. Aunque también sabía apaciguar los ánimos, como cuando salvó a unas monjas de los linchamientos populares. Esos días sangrientos definieron su imagen y espíritu: es una de las personalidades más fotografiadas en toda la historia de su país. Incluso hay quienes creyeron ver a La Pasionaria en Pilar, la heroína de Por quién doblan las campanas de Ernst Hemingway. Si bien Dolores es mencionada en varios pasajes de la novela, el escritor norteamericano disgustaba de aquella mujer que engendraba los mismos odios y amores que él.

En fin, las polémicas acerca del rol que desempeñó Ibárruri en la resistencia republicana continúan hasta la actualidad. Santiago Carrillo, histórico cuadro socialista ibérico, la describe en su biografía como “una madre coraje de miles de soldados que la siguen y la admiran”. Pero los republicanos perderían. El 5 de marzo de 1939 tomó un avión en el aeródromo de Monóvar que la condujo a Orán, luego a París, y finalmente llegó a Moscú, donde el fascismo con otra cara se sentía, y no sólo en los pogroms. Por 38 años La Pasionaria no volvió a pisar tierra española.

Los últimos y largos abriles.

En una época en la que las mujeres no solían tener amantes, menos las públicas –y menos aún las comunistas–, Dolores mantuvo por varios años una relación sentimental con Francisco Antón, miembro del partido y 17 años menor que ella. Los popes del PCE no vieron con buenos ojos la relación, y ella finalmente cedió. En 1942 asumió la secretaría general del PCE, cargo que ocupó hasta 1960. Con los años, su adscripción a Moscú le valió un duro golpe. Ninguno tan fuerte como el que sufrió en ese emblemático 1942. El 3 de septiembre su hijo Rubén murió luchando en Stalingrado contra los nazis. La noticia le fue comunicada por Nikita Jruschev. “Desde pequeño se acostumbró a las prisiones: primero el padre, luego yo misma. Y a ganarse la vida. Y a continuar nuestra propia acción política”, dijo intentando ocultar lo inocultable. Vázquez Montalbán cree que a Dolores le iba admirablemente la tarea de ponerse al frente de las masas, “de vivir sus vidas, de darles voz, pero que le venía ancha la responsabilidad de dirigir aquel partido en tal difícil situación aplastada”. En ese mundo bipolar Dolores eligió, inequívocamente a su entender, un lado manifiesto.

Desde Checoslovaquia, a los 60 años, transmitió Radio España Independiente. Al galope de una nueva década, su persona seguía encandilando, aunque fuera más por nostalgia que por poder real. La Pasionaria se había vuelto un sinónimo de lucha emancipatoria femenina, por algo ese mote fue utilizado para describir a la activista afroamericana Angela Davis –y más cerca en el tiempo a la líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú–. A los viajes por todo el globo se le sumaron condecoraciones. Y con la muerte en 1975 del dictador español sintió que la energía se renovaba.
A los 81 años, regresó a España para ser elegida congresista por Asturias. El marcapasos en su corazón le permitió seguir unas temporadas más: ver la película sobre su lucha; marchar en apoyo a las Madres de Plaza de Mayo argentinas y cruzar los 90 años. Aunque el mundo era otro, La Pasionaria seguía vistiéndose de riguroso negro. El mismo mes y año en que cayó el Muro de Berlín se cumplió otro de sus sueños: “Me moriré de pie, aquí, en esta sexta planta de la Santísima Trinidad, mirando las estrellas. Será de noche. Por unos instantes se habrá hecho el silencio. Ese impresionante silencio del Universo”.




Extraido de:

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domingo, 2 de octubre de 2011

Entrada 7:Sufragio Femenino


El movimiento internacional por el sufragio femenino, llevado a cabo por las llamadas sufragistas, fue un movimiento reformista social y político que defendía el derecho al voto de las mujeres.

Las sufragistas fueron a menudo miembros de diferentes asocia- ciones con el mismo objetivo, pero usando diferentes tácticas: las británicas se caracterizaban por un tipo de defensa más combati- va, mientras que en otros países el sufragio femenino se logró desde las instituciones del Estado mediante leyes que fueron im- pulsadas directamente por mujeres en la política, como el caso de España con Clara Campoamor o Argentina con Eva Perón.

Los principales objetivos del movimiento sufragista siguieron siendo los mismos: la incorporación de la mujer al traba- jo, el derecho de voto, la mejora de la educación, la capacitación profesional, la apertura de nuevos horizontes labora- les y la equiparación de sexos en la familia como medio de evitar la subordinación de la mujer. La gran novedad llegó de la amplia movilización colectiva que supo dirigir el movimiento sufragista en determinados países.

"El sufragismo ha sido, como movimiento social, una de las manifestaciones históricas más significativas de la lucha emprendida por las mujeres para conseguir sus derechos. Aunque la movilización a favor del voto, es decir, el sufragis- mo, haya sido uno de sus ejes más importantes".

El sufragismo surgió en los países que adoptaron el régimen capitalista, países de clase media poderosa y con unos ideales democráticos asentados en sus instituciones políticas. En los países nórdicos apenas se dio sufragismo debi- do a la mentalidad progresista imperante y al peso social de la mujer, que facilitaron la equiparación jurídica de los se- xos.
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, día en que cada uno de nosotros envía un mensaje de solidaridad y de esperanza. En esta lista se repasa la historia del sufragismo que, con su lucha, consiguió el derecho al voto para la mujer.

El primer sufragismo: Gran Bretaña.

1. El primer sufragismo: Gran Bretaña.
En 1792 Mary Wollstonecraft inicia con su obra "Reivindicación de los derechos de la mujer" la larga tradición de la lucha sufragista anglosa- jona. Contraria al absolutismo de los reyes, señaló la conexión existen- te entre ese sistema político y las relaciones de poder entre los sexos. Los... Ver mas



                                        2. El triunfo del sufragismo (1870-1939).
El triunfo del sufragismo (1870-1939).
Los cambios políticos, económicos y sociales que vinieron unidos a la Segunda Revolución Industrial, iniciada en la década de 1870, provo- caron una clara aceleración del movimiento sufragista en el último ter- cio del siglo XIX. El mayor protagonismo y seguimiento de dicho movi- miento estuvo... Ver mas

La lucha por los derechos de la mujer en España.
3. La lucha por los derechos de la mujer en España.
En España la existencia de una sociedad arcaica, con escaso desarro- llo industrial y con fuertes jerarquizaciones de género en todos los ám- bitos de la vida social, dio lugar a que la lucha por los derechos de la mujer tuviera durante el siglo XIX una menor presencia e influencia so- cial que... Ver mas



La reivindicación de los derechos de la mujer en Estados Unidos.
4. La reivindicación de los derechos de la mujer en Estados Unidos.
El movimiento de defensa de la mujer en Estados Unidos se consolidó rápidamente debido a las condiciones sociales y políticas propias de la sociedad americana. Partiendo de un sistema político teóricamente democrático, la reivindicación de los derechos femeninos nació ligada al abolicionismo y a... Ver mas








Los orígenes del sufragismo histórico (1789-1870).
5. Los orígenes del sufragismo histórico (1789-1870).
En el Antiguo Régimen la desigualdad jurídica de los miembros de la sociedad era la norma. Nobles y clérigos gozaban de privilegios como la exención fiscal o el monopolio de los altos cargos públicos, vedados a la gran mayoría de la población. La ausencia de derechos políticos y libertades era... Ver mas





Sufragismo en Latinoamérica.
6. Sufragismo en Latino-américa.
Ecuador fue el primer país latinoamericano que concedió el voto optativo a las mujeres alfabetas, en la Constitución de 1929. Tal reconocimiento de ciudadanía no estuvo, sin embargo, precedido de un movimiento sufragista de mujeres que lo demandara, como ocurrió en otros países de América Latina... Ver mas







La mayor marcha sufragista de la historia.
7. La mayor marcha sufragista de la historia.
En 1908 se produjo la mayor marcha sufragista de la historia. Alrede- dor de doscientas cincuenta mil mujeres procedentes de Reino Unido e Irlanda se congreraron en las calles de Londres para exigir su dere- cho al voto. Siete columnas de manifestantes salieron del Royal Albert Hall y reco... Ver mas






El movimiento obrero: no al sufragismo.
8. El movimiento obrero: no al sufragismo.
Los movimientos sufragistas estuvieron dirigidos por mujeres de pro- cedencia burguesa. A pesar de que los planteamientos igualitarios eran interclasistas, sus ideas no lograron penetrar ampliamente en los ambientes obreros. Las sufragistas no consiguieron nunca movilizar ampliamente a las... Ver mas




El auge del sufragismo norteamericano.


9. El auge del sufragismo norteamericano.
A finales del siglo XIX y principios del XX, las sufragistas americanas iniciaron una activa campaña por la consecución del derecho de la mu- jer al voto. Dirigidas por Susan Anthony, Lucy Stone y Elisabeth Cady Stanton y encuadradas desde 1890 en la Asociación Nacional Ameri- cana por el... Ver mas





La oposición al sufragismo.
10. La oposición al sufragismo.
El derecho de sufragio femenino se enfrentó durante décadas a una férrea resistencia. Los argumento basados en la discriminación por género fueron los que prevalecieron. Deshacer las tradicionales barreras entre lo público, terreno masculino, y lo privado, terreno femenino, autorizando el acceso... Ver mas








La mujer en las sociedades preindustriales.
11. La mujer en las sociedades preindustriales.
Para comprender en toda su magnitud el enorme cambio que ha expe- rimentado en las últimas décadas la condición femenina hay que co- nocer la situación de la mujer en épocas anteriores. La mujer ha ocu- pado como regla general una posición subordinada con respecto al hombre en las sociedades que... Ver mas




La radicalización del sufragismo: el caso británico.
12. La radicalización del sufragismo: el caso británico.
El movimiento sufragista británico se dividió en dos tendencias: una moderada y otra radical, partidaria de la acción directa: • Millicent Garret Fawcet encabezó a las sufragistas moderadas que se agruparon en la Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino. En 1914 esta asociación lleg... Ver mas





Tomado de:

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Bibliografia relacionada:

El sujeto sufragista, feminismo y feminidad en Colombia, 1930-1957.
Autora: Lola G. Luna
El objetivo de este libro es analizar los discursos colombianos presentes e interactuantes en las tres décadas que se estudian y cómo en ellos se construyó un sujeto sufragista colectivo y plural, desde las identidades femeninas preexistentes.
Nos da la oportunidad de ver el proceso por el cual el sufragismo femenino se instalo en Colombia y de los aspectos sociales, políticos e históricos en los cuales influyo.